Ante esta cuestión, los niños lo tienen claro: “con mi robot jugaríamos al fútbol en el recreo con mis amigos. En clase [el robot] escribiría por mí y me ayudaría a pensar. [...] Cuando llegásemos a casa me prepararía la merienda y me ayudaría con los deberes! Crearía libros para mí y jugaría conmigo. Guardaría mis secretos, podría contarle cualquier cosa y sabría aconsejarme” (estudio realizado por Latitude).
Aunque aún nos queda un poco lejos, lo cierto es que los niños imaginan a menudo cómo sería su día a día junto a un robot. A los adultos nos cuesta humanizarlos tal y como ellos lo hacen, pero lo que sí es ciencia cierta es que hoy por hoy, la robótica educativa desdibuja la línea existente entre aprender y jugar.
En la actualidad, los juguetes robóticos van mucho más allá del mero entretenimiento; son también herramientas educativas en las que merece la pena profundizar un poco más. Mezclar conocimiento con momentos de diversión hará que los más pequeños despierten su interés por la tecnología y desarrollen nuevas habilidades.
Los niños son curiosos por naturaleza; desbordan imaginación y exploran mil y un caminos para descubrir cómo funciona el exprimidor de naranjas de la cocina o bien qué esconden las tripas de su coche radiocontrol. Cuando cazamos a nuestro hijo “destornillador en mano” es cuando nos planteamos si regalarle un robot puede ser una buena opción para estimular todas estas inquietudes.
Las posibilidades que se nos abren son infinitas: kits de robótica, mascotas, robots programables, vehículos que utilizan la energía solar… Y es que los juguetes toman vida, se mueven, nos hablan, siguen nuestras instrucciones al oír nuestra voz o al movimiento de nuestra mano, por ejemplo. Las opciones son enormes y nos permiten disfrutar del futuro, aquí y ahora.
Crear, construir pieza a pieza, divertirse a la vez que jugamos y aprendemos son las bases de la robótica educativa. Descubrir cómo se transforma la energía solar en eléctrica y/o alucinar ante un robot que se desplaza gracias a las energías renovables es tan sólo la punta del iceberg.
Con la robótica los niños disfrutan al máximo, porque para ellos es un juego en el que primero construyen por si mismos y después juegan con un modelo que cobra vida independiente. ¿Qué habríamos dado nosotros para hacernos con un juguete como éste? Entusiasmados, es poco.
Sin embargo, ante esta nueva ventana que mira hacia el futuro, no debemos olvidar algo fundamental: Papá Noel y los Reyes Magos son tipos excepcionales; el factor sorpresa es su razón de ser, así que cuando busques el regalo perfecto para los más pequeños, sorpréndelos con algo inesperado y que despierte su curiosidad; que sea creativo, original y remueva sus inquietudes. Los robots cumplen de lleno con estas características, no lo dudes.
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